Un día me desperté, miré a la gente a mi alrededor y me di cuenta que todos éramos igual de patéticos. ¿Qué compartíamos?, una necesidad absurda de sentirnos mal. Si, como si fuésemos alérgicos a la felicidad, como si nos molestaran las buenas cosas que nos ocurren y prefiriéramos quedarnos en la comodidad de la tristeza. Y es que estar triste es fácil. Apreciado lector, espero que aquí no me malinterprete. No digo que lo que trae consigo la tristeza sea una carga liviana para quien lo padece, lo que quiero exponer aquí es que ese malestar no requiere de acción. El que se ahoga no necesita nadar, no requiere un esfuerzo para hundirse en las profundidades. ¡Por eso anhelamos esos sentimientos tan detestables!, ¡Para sufrir sólo hace falta entregarnos al azar! Mientras que las cosas favorables, si bien, también dependen del devenir, necesitan construirse para conducirlas a buen término. Se ...
Digo puras mentiras y las paso por verdades... O digo puras verdades y las paso por mentiras... Depende, como todo en esta vida, del ojo que lo mire.