Yo no sé por qué les voy a contar esta anécdota si lo más seguro es que no me vayan a creer, pero igual lo he mantenido tanto en secreto y está tan a flor de piel que seguir en silencio es más nocivo que ser tildado de loco. Todo empezó un jueves al medio día en el parque de la 93. Estaba comiendo de mi coquita del almuerzo, cuando de pronto se me acerca un señor de unos 40 años y se sienta al lado mío. Yo lo había visto desde antes, había intentado hacerle conversación a varias personas en el parque, pero ninguna se había detenido a escucharlo. Era un tipo de barba larga y descuidada, pero de escaso cabello, vestía una camisa de leñador roja y negro, pantalones oscuros y ajustados y traía una maleta que era tan abultada que juraría que almacenaba allí un paracaídas. - Joven tiene un segundo para escucharme - el tipo tenía un acento extraño, estaba claro que su lengua materna no era el español. A pesar de que se veía como alguien excéntrico, no parecía peligroso, así q...
Digo puras mentiras y las paso por verdades... O digo puras verdades y las paso por mentiras... Depende, como todo en esta vida, del ojo que lo mire.