Hoy fui a un funeral. Sólo pude reafirmar que los odio, no por las lágrimas, no por la tristeza. Los odio, porque no me parecen un fin apropiado, porque si yo tuviese la oportunidad de elegir cómo sería el mío, estaría muy lejos de ser algo como lo que vi hoy: ¿flores?¿gente vestida de negro?¿velas?¿un vaso de agua debajo de mi ataúd? ¿Un velorio estándar?¿Una serie de símbolos que indican que morí?¿No basta con mi cuerpo recostado en una caja en la mitad de la sala?¿Para qué quiero símbolos que recuerdan mi muerte? No, no es el tipo de funeral que me gustaría tener. El mío... tendría que ser diferente, así que aprovecharé esta entrada del blog para describirlo. Señor lector, este es quizá una de las entradas más personales que voy a escribir. Tendré que hablar irremediablemente de mí, de mis preferencias, así que a pesar de lo complejo que suene este tema, encontrará aquí una aproximación un tanto banal. No hablaré de "La Muerte" todo será reducido a "Mí muerte" por lo que el enfoque será netamente subjetivo y lo más seguro es que esté muy lejos de llegar a ser una reflexión filósofica respecto al tema.
Para empezar, aclararé la finalidad de mi funeral, puesto que entorno a esta girará todo lo que escriba en adelante: no quiero que en mi velorio se conmemore mi muerte, sino que se celebre mi vida. Y en ese orden de ideas, "velorio" no sería la palabra más apropiada. Porque lo primero que haría sería descartar las velas y todos aquellos símbolos propios de este tipo de ceremonias. ¡Remuevan ese carácter de ritual!, no quiero misticismo para algo tan común como fallecer. Común, porque es la única certeza que tiene lo vivo, que es finito, que la muerte llegará tarde o temprano. Mientras que la vida es extraordinaria, ¡es potencia! En un Universo inerte, que tiende al caos, a la entropía, a la destrucción, pareciera que la vida se comportara en contra de esas leyes universales, porque intenta preservarse, organizarse. No hay cosa más alejada del caos que la vida, opera de un modo sistémico, tiende a la estabilidad, forma ciclos, genera cadenas. Sin embargo, pese lo irreverente que es, es efímera, esta perece, y allí es donde el Universo infinito reafirma su autoridad sobre el todo. Por eso insisto en que no existe nada más corriente que un cuerpo inerte, no hay nada que admirar allí, no hay nada que adornar ¡Las flores sobran!. Mi muerte es una más, después de mí vendrá otro ataúd a llenar la sala, otros familiares a derramar lágrimas y muy seguramente, a esa otra ceremonia, si lleguen unas hermosas coronas con un "Q.E.P.D" plasmado sobre una fina cinta.
Ya indiqué lo que sobra, pero... ¿qué no puede faltar? La gente, mi gente. Aquellos que me quieran o por lo menos estimen, no hace falta que vayan elegantes y vestidos de luto. ¡No! en vida los aprecio como son, no quiero sus protocolos. Vayan con la ropa que los haga sentir lo más cómodos posible. Acérquense a mi ataúd, y si han de llorar, acompañen las lágrimas con un "de usted me llevo..." y agreguen aquello que hayan aprendido conmigo. Si no hay nada que puedan decir, tal vez no deban estar allí. No me malinterpreten, sólo lo digo porque allí se deberá recordar mi vida; si no dejé huella, irían por obligación, sólo porque deben cumplir con las exigencias sociales y eso es justamente lo que quiero evitar. ¡Hablen de mí! mal, bien, ¡pero hablen!, ¡recuérdenme! porque el recuerdo evoca vida y para eso están allí. Ahora bien... Respecto a lo religioso, si ha rezado por mí en vida, no se cohíba de hacerlo en mi funeral, si no lo ha hecho, no lo fuerce tampoco por el hecho de estar allí. La religión y yo nunca hemos estado en malos términos, no obstante, ya indiqué que quiero evitar los rituales. Ni Dios ni Jesús significan para mí muerte, nunca fue así, por lo que si siente que necesita realizar alguna misa o acto religioso, no lo haga pensando en lo que ocurrirá más allá, hágalo agradeciendo lo que pasó "más acá".
¡Y que no falte la música!, nunca me ha faltado en vida y por eso allí debe hacerse presente. No puede faltar "Goodbye lovers and friends" de Franz Ferdinand, "Eulogy" de Flatliners, "No surprises" de Radiohead y así sea irónico "Thoughs of a Dying atheist" de Muse. Lo demás, que suene todo lo que les lleve mi recuerdo a su memoria. Si es posible, lleven mi guitarra y que alguien toque "19 días y 500 noches" de Sabina. También traigan vino y el que quiera beber que lo haga, pero que sea a mi nombre y rememorando alguna anécdota agradable. Y ya que hablé de vino, pido que bajo mi ataúd pongan el cuadro, que estará en mi habitación, de Jesús y Nietzsche riendo y bebiendo una copa de este, como símbolo de esa dicotomía irresoluble que siempre tuve entre lo espiritual y lo racional, entre la religión y la filosofía, esa dicotomía que decidí no resolver; ambos aspectos son partes de mí y me acompañarán por el resto de mi existencia sin necesidad de generar conflicto... Por ello, este par aparentemente antagónicos, están retratados conversando, disfrutando con jovialidad.
Por último, debo decir que el funeral debe ser más importante que el entierro o cremación (este tiene poca relevancia para mí), no me interesa el destino de mi cuerpo (bueno, eso no es del todo cierto...si tengo órganos sanos para ese entonces, pueden donarlos a quién los necesite). Lo importante de esa "ceremonia" es que no es para mí. A ese cuerpo de ojos cerrados no le interesará en absoluto esa despedida. Será para ustedes, para que esa última vez que me vean sea grata, para que se quede en su memoria como algo positivo, para que rían con los años al recordarlo y, se subsane un poco aquella melancolía que suele haber entre los que se quedan. Sé que habrá quién me llore, porque hay varios por quienes yo lloraría, mi intención no es pedirles que no se sientan tristes en ese momento. Nuestra cultura ha envuelto la muerte en una connotación negativa y por ello es inevitable el malestar en dichas situaciones. Pero con todo esto pretendo resaltar, una vez más, que lo que hice es mucho más importante a lo que lo que no alcancé a hacer, que lo que les aporté es más valioso respecto a lo que perdieron...Que las flores se marchitan, las velas se consumen, el agua se evapora... pero los recuerdos... los recuerdos se llevan hasta la tumba.
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