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Comentario del 19 de junio de 2023:
Vaya texto este, hace unos años lo archivé unos meses después de publicado. ¿Razones? Ví una fuerza en él que me dió miedo. Este tipo de amor es una sustancia volátil: basta una gota de solución mezclada con descuido para que este arrase con todo lo que tiene a su paso... Pero a su vez, cuánta vida hay, incontrolada, desbordada, pero activa, llena de color. Qué ansiedad que me dió leer esto, no fue hace mucho que publiqué la entrada "un amor bonito". Este texto choca agresivamente con aquel otro... Por eso lo vuelvo a poner público, porque este blog no es solo la historia de mi pensamiento, sino la historia de mis emociones... ¿Por qué esconder esa historia?
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Es difícil el asunto este de amar, resulta complejo, con infinitas variables que lo hacen tortuoso de entender para aquel que lo observa desde una perspectiva ajena. El que ama tiene ganado un instante de eternidad, donde la intensidad supera al tiempo y los momentos se dilatan a causa de las infinitas sensaciones primitivas que el cuerpo acarrea dentro de sí. Pero no hablo del amor cualquiera, sino del burdo, el del enamorado, el que no involucra razón ni sentimientos elaborados. Un amor simple para el que lo vive, un amor sin "te amos" duraderos, sólo de inmediatez, un amor que puede desvanecerse en semanas, pero que somete a la vida a fuerzas mucho más desaforadas que el aquel que es "para siempre". Que afortunados los que han amado de esta manera, un intermedio entre la vacuidad de una relación fugaz y el tedio de una relación estable.
Ese amor que llega sin nombres, sin más motivos que él mismo. Uno que lastima al finalizar, porque suprime al cerebro de aquellos manjares intensos de serotonina. Ese que marca, que previene al que lo pierde, un amor que de ser infinito terminaría por exterminar todo aquello que no este enmarcado en ese juego de pareja. Ese que debe morir antes de que haga más destrozos que creaciones. Pero que vive eternamente en la mente del examante. Uno que tal vez se pueda vivir solo en la juventud, donde la sangre todavía arde con fervor y las sensaciones aún pueden ser desconocidas y por tanto emocionantes. Un amor pueril en tiempos no infantiles, que excita, que grita, que extraña, que hace que tomarse de la mano sea mucho más que un estándar social de las relaciones.
Un amor que no pertenece a los amantes, que se les da en alquiler, que no pueden poseer, que desborda su entendimiento por su simplicidad. <<Cómo algo tan complejo puede resultar tan natural entre los dos>> resulta complejo, porque no lo dominan, porque no tienen que hacerlo; sólo basta con dejarse llevar, si analizan su naturaleza lo estropean, lo manchan de razón, lo impregnan de moralidad, lo corrompen con perversión. Es perfecto mientras no se quiera comprender, no se quiera censurar, no se quiera etiquetar. Por eso dura tan poco, porque estas sensaciones mueren más rápido que la razón, que los sentimientos profundos, que el placer carnal; puede que mute en un amor más maduro, más estable, lejano a la intensidad pura. Puede que se degrade a un amor dependiente, donde la pasión se confunde con los celos y la angustia. O puede confundirse con el líbido y reducirse a la utilidad sexual
De este tipo de amor sólo puede hablarse en pasado, porque cuando se comprende, o se ha transformado, o se ha perdido.
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