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Un día cualquiera en cuarentena


Si algo he aprendido en esta pandemia, es que la condición de encierro suscita pensamientos inusuales, ideas que en el vivir cotidiano, que teníamos hace un par de semanas. no tendrían cabida alguna en mi cabeza.

Podrían llamarse, pensamientos del encierro.

Hoy, mirando desde los límites de mi encierro, mi ventana, ha surgido uno muy particular.
Tuve la idea de que es la primera vez en mi vida, que la realidad de afuera me parece irreal. El afuera está vacío, y no solo porque no haya personas, sino porque es inhabitable, nada acontece, nada sucede. O por lo menos así lo siento. Miro desde la ventana y veo las luces encendidas de los apartamentos en la distancia. Cada una de esas cajitas iluminadas, que se ven a través del cristal, es un micro-universo. Todas nuestras realidades están suspendidas en la nada, emergen inconexas, una adyacente a la otra, pero sin tocarse, sin mezclarse.
Cuántas cosas no estarán aconteciendo en cada una de esas cajas, en cada micro-universo. Cada persona de cada apartamento iluminado es una infinidad de posibilidades de ser. Por ejemplo, si en el apartamento de al frente vive una familia, papá, mamá y dos hijos, hay  cuatro posibilidades infinitas, eso quiere decir que ese apartamento es un recipiente de facticidad, está abarrotado de hechos, está rebosando de realidad. Y así, cada caja está por reventarse de existencia efectiva.
Pero el vacío sigue vacío, porque las ventanas son los límites del encierro.

¿Pero qué pasa con las cajas apagadas?

¿Realidades imposibles?

¿Micro-universos muertos?

No, son vacíos dentro del vacío.

¿Sería posible que en la nada de esas cajas apagadas, puedan a su vez emerger otras realidades inconexas?

¿Habrá un individuo, al igual que yo, mirando por su ventana y viendo el vacío del afuera, del adentro de la caja?

¿Y si mi propio afuera es a su vez una caja, y hay un afuera más afuera que el afuera?

Pensamientos del encierro.

Hasta hace unos días esa relación interior-exterior no era más que un cambio de ambiente. Ahora, es un paso del todo a la nada.

Mirar por la ventana solo alimenta mi deseo de tender puentes hacia las otras realidades, puentes que se abran en medio del vacío, que se irrumpan en el afuera y lo rasguen. Que rompan el afuera y el afuera del afuera, que destruyan los límites de las cajas y vacíen el líquido fáctico de su interior, que este líquido se esparza en el vacío, y que las realidades inconexas se conviertan en una sustancia única, una multiplicidad de realidades, que no haya adentro ni afuera, que solo haya.
Irónico, que este desbordarse, solo se haga evidente en los pensamientos de mi encierro. 

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