Nunca me ha gustado hablar en términos de merecimiento. La meritocracia me parece profundamente dañina... Pero si hoy hablo de "merecer" no es en términos competitivos ni con vicios morales. Es un proceso de terapia, de darme palmaditas en la autoestima, es un "hombre, ya pasaste por cosas complejas, aprendiste y enseñaste, pero... Ahora es tiempo de partir y esperar porvenires menos agitados, menos turbulentos". Lo turbulento nunca será sinónimo de malo, muchos tesoros subyacen bajo el mar picado. Pero ya quiero buscar aguas tranquilas.
Merezco un amor bonito, que me quiera, que se preocupe por mí, que me permita caminar de su mano, que se alegre de mis éxitos y que yo me pueda alegrar de los de ella --para mí, por ahora, "ella", para otros "él" o "elle-- Merezco un amor bonito, que trate con tacto los dolores y heridas, no para cargarlas por mí, ni para curarlas... solo, para procurar no hacerlas más grandes. Merezco un amor bonito, que ame desde el cariño y el cuidado, no desde la culpa y el miedo. Merezco un amor bonito, que, si por algún motivo ya no puede caminar conmigo, me lo haga saber con palabras, no con bombas de tiempo.
Merezco un amor bonito, que le guste pararse conmigo y ver un futuro a mi lado. Así tenga miedo, así tenga dudas, que tenga también ganas. Merezco un amor bonito e imperfecto, con el que podamos darnos el privilegio de disgustarnos, de confrontarnos, de equivocarnos, pero nunca de destruirnos. El amor no excluye la condición humana... Pero tampoco al revés. Merezco un amor bonito, que no me dé por sentado y que sepa que yo tampoco la daré por sentada, que sepa encontrar valor en mi forma de amar, entendiendo el valor como "algo que se aprecia" y cómo "algo que implica valentía". Merezco un amor que no salga corriendo y que no me excluya en la dificultad. Merezco un amor que no le tenga miedo a pisar a tierra, a fundar simientos, ni miedo a flotar y fluir. Merezco un amor que no tenga miedo a contar sus miedos y que tenga ganas de mostrar las ganas. Merezco un amor de carne, de barro, de sudor, no uno de éter, de representaciones, de ideas y expectativas.
Merezco un amor que reme conmigo, aunque a veces alguno de los dos deba tomar respiros para descansar y el otro deba remar solo, que lo común, sea remar en compañía. Merezco un amor que no le tenga miedo al "te amo" y que sí lo tiene, igual ame con formas que no sean las palabras. Merezco un amor bonito, dónde no tengamos que estar despejando constantemente el camino porque se ha llenado de piedras. No temo a un amor con piedras, pero que sean esporádicas y no continuas. Qué no todas pesen, que no todas hagan cuestionar si tenemos la fuerza para removerlas del camino.
Merezco... Ya la palabra se me hace extraña, ¿Merezco? O ¿Quiero?... Las dos, por el amor que me tengo, necesito aguas más tranquilas, amores menos agitados, amores que no rasguñen la aorta, amores que no carcoman el esternón, amores que no desgasten el diafragma. Amores que tonifiquen el espíritu y no lo debiliten. No quiero decir que el amor que está por cerrarse (al menos transformarse) haya sido malo, o haya sido tortuoso... Pero ahora me está doliendo, doliendo tanto que seguir transitando el camino que llevamos, ya no sería un acto de amor, ni con ella, ni conmigo.
Comentarios
Publicar un comentario