Ir al contenido principal

Declaración existencial y ontológica del querer y no querer. Parte 2 - El sentido de la vida

La pregunta iterativa, la que siempre regresa. En esta entrada me daré la oportunidad de analizar, de una vez por todas qué es eso del sentido de mi vida y cómo voy a encaminarlo. Digo "de una vez por todas", no porque vaya a sacar conclusiones inmutables, sino porque es un tema que, si bien, ha ido y vuelto en mi vida, no me he detenido a hacer un análisis profundo sobre este problema.

*********************
¿Por qué ahora?

Porque toca. En estos días cumplí una de las metas que me tracé cuando era adolescente y con ella se me acabó todo propósito a largo plazo que me mantuviera siquiera mirando a un horizonte. Estoy en un limbo existencial. Por otro lado, el otro año cumplo treinta y,  quiera o no, esa circunstancia me hace alzar la ceja y preguntarme un conjunto de interrogantes... A saber y para resumir... ¿Qué diablos quiero con la vida? El problema de la pregunta del sentido de la vida, es que tiene un peso muy grande, pareciera que cuando hablo del sentido de la vida, me estuviera refiriendo a esa luz espiritu-existen-emocio-identitaria que ilumina el camino que voy a seguir por los siguientes años de mi vida. Si lo miro bajo esa lupa, prácticamente con la respuesta que dé en esta entrada del blog me estaría jugando todo lo que soy... 

Y por esa misma razón es que no la voy a ver bajo esa perspectiva... Esta entrada no es un drama filosófico ni psicológico... No quiero respuestas metafísicas, quiero respuestas pragmáticas. Por eso mismo voy a reducir el tema a algo más simple... y repito... ¿Qué diablos quiero en la vida?... Pero cambiaré ese "la vida" por … ¿Qué diablos quiero... "HOY"? "Hoy", no como el presente efímero que se escapa entre los dedos, sino "hoy" como aquellas cosas de mi contexto vital que pareciera que han permanecido constantes y que no tienen pinta de transformarse a corto plazo. Palabras más, palabras menos, dadas las condiciones en las cuales estoy viviendo hoy, qué me gustaría o transformar o conservar.

********************
Condiciones persistentes:

Para hablar del sentido de la vida, necesito primero hacer un escaneo de aquellas condiciones persistentes que dije en la sección anterior, quiero ver cómo me relaciono con cada una de ellas y con qué cosas estoy bien y con cuáles no:


A - El trabajo

- ¿Cómo estás?
- Bien, trabajando... ¿tú?
- Igual, trabajando.
- ¡Ah! Bueno
- Sí

Conversaciones profundas post-25
---
El trabajo ocupa gran parte de mi vida. Cinco días a la semana es mi actividad primordial, aquella que adquiere la mayor prioridad porque da la platica, que da la papita, los lujitos y la comida del perro. Sin trabajo se afecta la estabilidad mental... Pero con trabajo... también. 

¿Cuál es esa relación con el trabajo?

Me gusta donde estoy trabajando... Voy a matizar, me gustan las condiciones de vida que me ofrece el lugar en el que estoy trabajando. No tanto por el pago --Que... también-- Sino por el hecho de que me ha permitido tener ese famoso equilibrio entre lo laboral y lo personal. El trabajo no me quita más de lo que se espera que un trabajo me quite. Estoy en un ambiente amigable, donde la gente es agradable. Me gusta el trabajo remoto, aunque extraño verme con la gente en persona: en la casa me abandono mucho más a los malos hábitos y la sensación de soledad. Pese a eso no abandonaría esta modalidad; me abre todo un conjunto de posibilidades que la presencialidad me quitaría y que si solo dependiera de mí, elegiría no perder (posibilidades de las que hablaré en las otras condiciones persistentes). Sin embargo, hay algo en mi profesión que me incomoda. Hay cosas que me gustan, pero nunca he estado especialmente motivado por la ingeniería de sistemas. Creo que no quiero ser ingeniero de datos toda la vida. A corto-mediano plazo, está bien... quizá... Me aburre la vida empresarial: las empresas y sus juegos del lenguaje. Sus términos, sus ritos, sus códigos de conducta, sus métricas... ese tener que dar cuenta de lo que se hace... Ese entregar horas de la vida para hacer cosas que a nivel personal no me interesan. Mi vida laboral es un sinsentido en su contenido, tiene sentido que esté trabajando en el amplio espectro de las cosas, pero en lo cotidiano me he encontrado varias veces preguntándome... ¿Esto para qué?

¿Le trabajo a la plata?

Este trabajo es bueno... No me quita paz... Pero tampoco me da vida. Tengo buenos jefes, tengo un salario bueno, tengo el privilegio de cerrar el computador a las 5 y, en la mayoría de ocasiones, no pensar en el trabajo hasta el día siguiente. Pero si hablamos de sentido... El trabajo es esa cosa gris que hay que hacer, ese acto cotidiano que es mundanísimo, banalísimo, a veces aburridísimo... Cinco días de la semana haciendo algo que si quitaran el dinero de en medio... no haría. En este momento existencial, mi trabajo es un sinsentido que uso como medio para hacer las cosas que sí me dan sentido. Sobre ese "dar sentido" volveré más adelante. No diré que es un "mal necesario", trabajar no es algo malo, lo diría que, al menos en este momento existencial, trabajar es una acción gris e ineludible. 

B - La música

- Nunca aprendiste a cantar.
- Eso nunca me detuvo para seguir haciéndolo.
- Pero... si aprendes a cantar, quizá te volverías famoso.
- Pero...Si me vuelvo famoso, quizá dejaría de cantar.

El músico y el ojo.
---

La música es uno de mis principales intereses en mi vida. Nunca se ha ido, nunca se irá, a veces queda un poco relegada, pero siempre encuentra la manera de volver con fuerza. ¿Qué quiero de la música? ¡Ah! pregunta compleja... Así que voy a tomarla por capas... 

Capa 1 - música por necesidad 

Necesito seguir haciendo música.Así de simple, así de directo. Necesito hacer música para tramitar el sentir, es un acto creativo que me desborda, no se puede aplazar no se puede eludir. Sin música el sentido se pierde. Hago música porque me da color y me da fuerza. Si es ASÍ de necesaria, ¿Por qué la eludo? ¿Por qué la aplazo? Para responder a esto tengo que abordar las otras capas.

Capa 2 - música para ser escuchado

En los últimos años he logrado componer solo como acto creativo, aunque siempre guardando la esperanza de que lo que haga sea escuchado -- y que guste, pero de eso hablaré más adelante--. 
La música en esas instancias se vuelve un instrumento comunicativo. Quiero que lo que componga llegue a oídos de otros, es un deseo que tengo a corto-mediano plazo. ¿Me da sentido? ...de cierto modo sí, en tanto que, una vez esté la composición, me he movilizado a otro tipo de actividades: cada semana busco el espacio para grabar el resultado de mi trabajo... Y en ese proceso me hago oyente de lo que hago... Y me gusta...hago la música que me gustaría escuchar de modo que al hacerme mi propio oyente pueda disfrutarla. 

También he buscado espacios para mostrar lo que hago, el solo acto de pararme en un escenario a que aquello que escribí llegue a otros oídos es emocionante...-- y, a su vez, como ya indicaré, desconcertante--. 

El deseo de ser escuchado es, por supuesto, de un grado de importancia menor que el de componer, pero de cierto modo lo implica, solo se escucha lo que existe.. le doy el nombre de "capa" porque justamente impregna mi música con otra valoración diferente a la original, pero que se hace difícil de separar una vez el aroma ya ha permeado.

Capa 3 - música para ser reconocido.

Sí, sí, que rico ser escuchado, pero qué seductora es la idea de que lo que yo haya creado le guste a la gente... Y ojalá que le guste a mucha gente... Y aquí aparecen los problemas de la imagen. Esta capa a veces envuelve a las demás y vuelve tortuoso el acto creativo. Mi victoria más grande en la composición es haber logrado componer pensando en que me guste a mí y no pensando en que le guste a otros. Pero más allá de eso, el deseo por reconocimiento suele permear mi relación con la música y generarme toda clase de conflictos. 

Nunca estudié música, hay muchos conceptos que desconozco y mucha de mi técnica es inferior a la de otros músicos con los que he compartido escenario. Cada vez que voy a un micro abierto no puedo evitar el acto de comparación, evaluar el valor del acto musical por la reacción del público, por la limpieza de la interpretación, por la potencia de la voz. 

Me considero hábil para la música, pero siento que mis composiciones son simples. Nunca mediocres, hago música con cariño y empeño, pero les falta mucha técnica respecto a otros. El deseo por reconocimiento y la comparación con otros, son la fórmula para convertir una pasión en una fuente de ansiedad. No lo desconozco, ni planeo esconderlo. Nada de malo tiene desear ser reconocido, pero empieza a ser nocivo cuando un acto necesario como el crear, comienza a verse siempre implicado con este deseo, que quizá tome tiempo en ser resuelto, o quizá nunca llegue a serlo. 

No quiero que el acto músical siga siendo un acto ansioso y del sufrir.

Este ejercicio de las capas fue fundamental, me ayudó, aunque sea analíticamente, a diseccionar mi relación con la música... Pero queda una capa.

Capa 4 - La música como trabajo.

La primera capa era necesidad, la segunda un deseo realizable, la tercera un deseo a largo plazo... La última, un sueño. Me encantaría vivir de la música que compongo. Imposible no es... Pero sí difícil, requiere que la capa anterior haya sido resuelta e implicaría llevar a la música a un campo que hasta ahora le pertenece al trabajo... 

Mientras más medito sobre esto, más siento lo inocuo que es meterle demasiado cabeza a este asunto. Con la segunda capa es más que suficiente para movilizar el sentido en relación con la música... La vida es movimiento, el movimiento genera tendencias, la tendencia produce sentido. Por ende, a corto plazo, es más que suficiente seguir componiendo, grabando y mostrando mi música. Lo que no puedo permitirme es aplazar o detener ese movimiento y para que eso no suceda tengo que resolver el conflicto con la imagen.. 

¿Cómo? Reflexiones para otro momento... Pero es un problema concreto, no un cúmulo como el que sentía al inicio de esta entrada.

C - La filosofía

- Ahora que te graduaste de filosofía, ¿Qué vas a hacer?
- definamos primero lo que es hacer.

Del mito al logos, del logos al acto.
---

Si este blog se ha empapado de algo desde sus inicios ha sido de Filosofía. Al principio tímidamente, ahora con títulos tan pretenciosos como el de esta entrada (y con reflexiones como la de la primera parte). En el colegio estaba convencido de que era un increíble filósofo (había leído como un libro de Nietzsche y ya me sentía don filósofo), luego estudié ingeniería... Luego entré a estudiar la maestría en filosofía... Y dejé de sentirme un increíble filósofo... Dejé de sentirme filósofo... Por varios años pensé que era tan solo un ingeniero chapuseando entre el agua de la filosofía. Ah maña esa de validar lo que uno es a través de un título o de un pénsum. 

Igual que con la música la comparación puso en riesgo mi relación con la filosofía. Llegó el momento de hacer la tesis y me sentí pequeñito, me asusté, porque pensé que se iba a caer la careta que ma había puesto, ante los otros y ante mí mismo, temía que todos se dieran cuenta de que no era, ni nunca fuí, filósofo. Dejé abandonada la maestría (también que hubiera una pandemia en la mitad del proceso contribuyó) y me alejé radicalmente de libros y reflexiones filósoficas. El tiempo pasó, la pandemia mermó y la filosofía (que nunca se fue) tocó insistentemente en mi puerta --¿Y yo pa cuándo?-- retomé el camino... Y entendí que al filósofo no lo hacen los autores que conoce, la habilidad argumentativa, o la agudeza analítica... El filósofo se hace por las preguntas. Los mismos interrogantes son los que movilizan la acción. La imagen por sí misma no moviliza a nadie, las imágenes matan la vida, la comparación neutraliza la acción... Pero la filosofía es inquietud existencial... La inquietud llama el movimiento. 

Y entonces hice mi tesis pensando en la pregunta y no en la opinión de los otros... Y entendí que siempre fuí filósofo, a mi modo, pero lo fui... no por las razones que creía, que venían soportadas por una inalcanzable representación del intelectual... Fui, soy y seré filósofo, por la pregunta. Y regresé a escribir, a leer, a reflexionar, a examinar mi vida, la filosofía solo da sentido si incentiva el hacer. 

Y ahora, tengo el título... Y lo celebro. No porque el título me haga filósofo, sino porque abre otras opciones de serlo en entornos diferentes. ¿Trabajar como filósofo? 

...El trabajo como móvil y no como obligación socio-económica.

Quiero hacer la filosofía rentable, no necesariamente vivir de ella, a corto plazo sé que mi fuente de ingresos seguirá siendo la ingeniería, pero quiero trasladar la pregunta al ámbito laboral, sea dar una clase de cátedra, sea dar conferencias sobre mi tema de tesis (que entrecruza la ingeniería con la filosofía), sea lo que sea. 

Pero sobre todo, quiero seguir leyendo y escribiendo...preguntando... Mi vida sin la filosofía pierde sentido, pero ya esta filosofía limpia, que se hace sin el peso del deber ser, de la comparación... Hacer filosofía porque revuelve las entrañas.

El patrón de la comparación y la profesión se hace evidente (y saldrá de nuevo en la cuentería)... Un accionable claro es encontrar la manera de tramitar estos sentires y pensamientos, son transversales a todo lo que me pasa y quizá en este blog haga falta dedicar una entrada completa para tratar este asunto (¿una parte 3?)

D - La cuentería

- Cuentero cuéntame un cuento.
- Había una vez un cuentero que se quedó mudo.
- ¿Y qué pasó después?
- ...
El cuentero del callao.
---
¿Quiero ser cuentero?

No lo tengo tan claro, llevo varios años explorando este arte y me ha surgido la duda si lo que me gusta es crear cuentos... O contarlos.

La cuentería no me fluye existencialmente del mismo modo que la música o la filosofía. Quizá necesita de aquellas dos para sentirla más familiar... Quizá, con la cuentería no te logrado hacer lo que he hecho con la música, crear sin pensar en el público. La cuentería es un arte que alimenta y lastima el ego pues su éxito depende de la reacción del público. 

O así me la han enseñado.

El producto de la música puede ser una canción compuesta, grabada, en la cuentería no es suficiente con crear un cuento, estos, al menos en lo que a narración oral compete, solo adquieren cierta forma definida cuando "el cuentero le cuenta al público". Crear historias me fascina, presentarlas... No estoy seguro ¿Me gusta el oficio del cuentero? ¿O me gusta más bien el reconocimiento que este trae cuando se está en escena?
 
Crear cuentos me gusta... deseo seguir produciendo historias... Aunque esta acción no tiene el alcance de necesidad imperiosa que tiene la música si es algo que quiero seguir haciendo. La cuentería... Quizá a corto plazo seguiré explorando, pero no le designaré mucha energía ni reflexión. Ahora no me trae la paz y la alegría que me traía antes... Y no tiene el alcance existencial para que llegue a considerarlo algo inaplazable. Por hoy elijo mis luchas, creo que prefiero, por lo pronto, invertir más en la música.

E - La escritura

- ¿Y te gusta escribir?
- Responde primero, ¿Te gusta respirar?
- Respi... No sé si es algo que "me gusta", es algo que necesito pa vivir. Y aunque quiera no puedo dejar de hacerlo.
- Exactamente.
Del sentido de la escritura.
-----

Casi 10 años desde que empecé a escribir este blog y de todo ha quedado registrado. La escritura es la organiza caos por excelencia. Volver el pensamiento texto me fuerza a encausar todo eso que está ahí en mi cabeza. La escritura es un acto terapéutico, comunicativo, expresivo y creativo. 

En algún punto de la vida quise ser escritor... Hoy solo quiero escribir. Esas metas clichés (y no por ello menos deseables) de escribir un libro...bueno suena tentador. ¿Cuentos?, ¿Ensayos?... El tiempo lo irá diciendo.

Por lo pronto, solo sé que escribir es preservar. 

Este blog es muestra clara de eso, casi 10 años de recuerdos hechos texto... Escribir ayuda a dejar registro, de un modo u otro, del universo emocional que se atraviesa en un punto específico del tiempo. El pasado a veces le habla al futuro... Y a veces le da sentido al quehacer cotidiano. Mirar la historia emocional, permite trazar el camino recorrido, darse cuenta hacia donde se ha caminado y a lo mejor guiar hacia dónde se podría continuar. Agradezco infinitamente haber escrito este blog, espero jamás dejar de hacerlo, he vuelto a algunas de estas entradas y a la luz de hoy le he encontrado otro sentido a eso que estaba pasando para entonces. Resignificar el pasado a la luz del presente. La escritura es atemporal...

Creo que dejaré este texto por aquí... He querido agregar más cosas... Pero siento que llegarán en su momento

Comentarios

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Usted me gusta. Así de "usted", porque tutearla mientras escribo estás palabras me aterra. El usted me ayuda a dejar cierta distancia entre los dos. Solo con esa distancia soy capaz de hablar sin tapujos.  Usted me gusta, me gusta cómo sonríe, me gusta cómo habla, me gusta que desborde tanta alegría que me apabulle, me gusta sentir sus brazos alrededor de mis hombros, me gustan sus ojos expresivos, me gusta que haga ruidos exagerados cuando bosteza. Me gusta su honestidad, me gusta que en su mirada no se ve un ápice de maldad. No sé si usted se considere a sí misma bondadosa, pero sus fibras se exceden en bondad.  Todo se resume en palabras muy simples: usted es una linda persona. Todo lo que soy me dice que es seguro ser desde la emoción con usted, todo lo que soy me dice que es despropósito esperar más tiempo para ponerle un nombre a la categoría que engloba este compartir que venimos construyendo.  Usted quiere y yo quiero.  Sin embargo, es importante que sepa que...

Apatía capitalina

La apatía es una de las tantas armas capitalistas. Inventaron la noción de individuo, la convirtieron en un hecho irrefutable y la arraigaron tan metida, tan adentro de las viceras, que nos creímos el cuento de que mirar al ombligo es un derecho, un deber ciudadano.  La apatía es confundir el privilegio con la libre competencia.  Hoy se subieron al Transmilenio dos venezolanos, con el hambre, la humillación y el desespero grafiteados en el rostro. "Llegamos hoy y otros venezolanos nos robaron los zapatos" dijeron, mientras las medias roidas y gastadas servían como evidencia..."llevamos 12 días caminando, tenemos hambre y ganas de dormir bajo techo". Mientras decían esto, una muchacha con audífonos, que no despegó nunca la mirada del celular, responde con un acto simple y miserable: sube el volumen de la música.  No le bastó con ignorar olímpicamente al ser humano que tenía enfrente (porque uno de ellos estaba justo, justito delante de ella, siendo testigo de primera...

Declaración ontológica del querer y no querer. Parte 3 - Lo otro

****** ¡Ah! entrada extraña, se escribió en momentos muy diferentes, osciló por aquí, osciló por allá...  Casi que no se publica... ****** Ya hablé del yo en la parte uno, del sentido de la vida en la parte dos... Falta un tema para terminar está trilogía de entradas: "lo otro". La primera entrada tenía un corte más filosófico y la segunda más personal, esta tercera tiene un poco de ambas. Hablar del otro necesariamente entra en tensión con el yo, el límite entre yo y tú suele ser difuso en ocasiones, pero jamás será lo suficiente para decir que son lo mismo.  Otra vez yo Para empezar necesito retomar la noción del "yo" que conceptualicé en la primera parte:    " Yo" es todo aquello que mantenga cierta forma, que persista cierto tiempo, y que se sienta como "mío" (...) En esa ficción de límite subjetivo, le llamamos "yo" a lo que tiene, de cierta manera, cierta consistencia: a eso que se mueve como un cuerpo gaseoso, en una amalgama, fl...