¿Qué es un poema más que una exageración del cotidiano? Sí, se juega el alma, pero en el cotidiano también... No soy quien para hablar de poesía, pero sí he de hacerle sentido, será desde ahí. La poesía no es funcional, no puede serlo, debe rozar con lo absurdo, coquetear con el ridículo. Para lo sensato está el día a día, está la productividad: así bien sistemática, así bien envenenada de nociones de éxito: de casa, carro, miedo al qué dirán, ganas de consumir y mucha ansiedad. La poesía debe estar loca, de lo contrario se rendiría al yugo gris del éxito productivo. La poesía no sirve de nada...Y ahí recae su poder. "Depende de la noción de servir", ¡calla tú!, deja de quitarle la magia a la inutilidad. Ser inútil es bendición en una sociedad como la nuestra. Hacer porque brota, no porque sirve. En las relaciones del uso, la poesía es rebeldía... "Es que yo uso la poesía para..." ¡Calla tú!, nadie usa a nadie, la poesía no está a tu servicio, ni esclava, ni biene...
Digo puras mentiras y las paso por verdades... O digo puras verdades y las paso por mentiras... Depende, como todo en esta vida, del ojo que lo mire.